Vida

Siempre hay algo que nos preocupa, en mayor o menor medida, unas veces será la protección de los nuestros, para que en el caso de desaparición del cabeza de familia, nuestros hijos no quedasen desamparados; otras veces nuestro propio futuro, para poder mantener nuestro nivel de vida, una vez llegada esa merecida jubilación. El caso es estar preocupado por algo, por ello disponemos de una amplia gama de productos que se adaptan a su situación familiar y a sus necesidades para hacer más llevadera esa pesada carga. A continuación le detallo alguno de ellos; lo hemos dividido en 3 bloques para una mejor comprensión:

  • Los de protección: Aquí se englobarían aquellos que cubrirían nuestra propia vida, con coberturas de fallecimiento, invalidez, pudiendo duplicarse o triplicarse en función del producto, incapacidad profesional, enfermedades graves (como cáncer, infarto, embolia, etc.), y otras más.

    Este tipo de seguros interesan a aquellas personas que tienen obligaciones familiares, hipotecas, negocios, etc. para garantizar la estabilidad económica ante cualquier imprevisto.

  • Los de ahorro: Son productos a largo plazo y son aquellos en los que mediante una aportación periódica o extraordinaria, se aseguran un capital, con el que mantener su nivel de vida en el futuro. Hay diversos tipos pero los más conocidos son los planes de jubilación y los planes de pensiones. Unos llevan un interés técnico, que garantizan un capital final, y los otros normalmente no; aunque ya se dispone de planes de pensiones garantizados, los denominados PPA. Unos no llevan beneficios fiscales y los otros si.

    El perfil de riesgo de las personas que contratan estos productos suele ser conservador, y los motivos que les lleva a ello son variados; unos lo dedican para su propia jubilación, otros para obligarse a ahorrar y hacerse el viaje de su vida, otros para pagar los estudios de los hijos, los motivos son innumerables, pero con el denominador común de que quieren una manera cómoda, estable y rentable de ahorrar.

  • Los de inversión: Son productos algo más complejos, suelen ser a corto o medio plazo, y están pensados para obtener una rentabilidad superior, pero asumiendo más riesgos. También se utilizan como una fórmula para ahorrar. Una de las ventajas es que el inversor no requiere que tenga conocimientos de mercados bursátiles, ni cotizaciones de bolsa, para elegir en que compañías comprar o vender acciones; para esto ya están las gestoras, que son expertos, que se encargan de gestionar los fondos donde invertir. Estos fondos de inversión pueden ser en renta fija, variable, mixta, etc. Tampoco hay que invertir grandes cantidades de dinero para acceder a estos productos, ya que desde un importe mínimo mensual, se puede hacer.

    Las personas que quieran contratar este tipo de productos, deben saber de las fluctuaciones que se generan y elegir una cesta de valores adecuada al nivel de riesgo que quieran asumir. Es una manera de iniciarse y familiarizarse con los mercados bursátiles.

Hay otro tipo de productos, como son las Rentas vitalicias, que no las hemos querido englobar en ninguno de estos 3 apartados, aunque serian otra forma de ahorro, pero invertido.

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